Estas afecciones graves de salud mental, tiene diversas causas que aún siguen en investigación. Estas pueden ser parecidas entre casos, pero sería un gran error generalizarlas, ya que debemos tener en cuenta que son afecciones que derivan de factores psicológicos, biológicos, emocionales, sociales de cada persona. Recordar que cada persona es diferente, ha vivido cosas distintas a lo largo de del tiempo llamado vida. Minimizar estas afecciones porque se crea que es algo “solamente psicológico” no desaparece, ni ayuda a la persona que está padeciendo estas enfermedades, sino todo lo contrario, genera en ella un mayor sentimiento de abandono, del culpabilidad que va hacer que sea cada vez sea más difícil poder volver a recuperar o crear nuevos hábitos de alimentación saludable.
-Baja autoestima: Este factor es uno de los mas comunes, se habla mucho sobre lo importante que es tener buena autoestima, pero en ocasiones sucede como el simple dicho “las palabras se las lleva el viento”, ya que cometemos el comun error de colocar para después nuestra salud mental, para despues queda darnos cuenta de cuales son pensamientos, creencias, accciones sobre lo que cremos de nosotros mismos. Algunos transtornos alimenticios comunmente se incian por comentarios negativos de otras personas hacia nosotros mismos o las comparaciones y juicios que muchas veces nosotros en nuestra mente hacemos. Por ejemplo nuestro aspecto físico alguien dijo, opino sobre el cuerpo de cierta persona, que en muchos casos puede que se refiera a nosotros como tambien sea que se dirija a otra persona, el paso siguiente se puede decir que gran parte de lo que suceda con ese comentario en nuestra cabeza es de la alta o baja autoestima que tengamos, en muchos casos de chicas que diarimente cuenta su historia con los TCA (Transtorno de la conducta alimentaria) reconocen que la falta de autoestima fue determiante para que empezaran comentarios negativos acerca de su aspecto físico se volvieran cada vez más constantes,y empezaran a creer que su cuerpo estaba mal. Luego esos comentario latentes se convirtieron en acciones, se empiezo a restringir la comida o se empiezó a comer de manera desproporcionada, otras simplemente buscaban sacar de su cuerpo todo lo que minutos antes habian ingerido, habriendole la puerta al nefasto camino de padecer uno o varios trastornos alimenticios.
Se cree erróneamente que estos solo lo pueden padecer los adolescentes, pero la realidad es que la baja autoestima no tiene restricción de edad. Comparaciones, autocriticas, insatisfacción por la silueta que se refleja en el tan recurrente y conocido espejo, siendo sus mas incondicionales compañeras, la tristeza, la culpa. Todo con el objetivo, de que lo hacen, son los procedimientos correctos para conseguir ese ideal de cuerpo perfecto que desfila envidiablemente por su mente.
-Redes sociales: Lugar que se le puede definir como arma de doble filo, ya que, aunque son innumerables las ayudas de muchas personas con estudios profesionales, que están dispuestas asesorar y ayudar a personas con estos trastornos, o el apoyo tambien que puede haber entre personas que han podido lograr volver a tener hábitos alimentarios sanos; además de destacar la infinidad de contenido que hay para incrementar la autoestima, el amor propio, etc. Pero tristemente, las redes sociales puede ser el lugar donde una persona pueda generar la mayor cantidad de pensamientos negativos, de autocríticas y comparaciones destructivas; siendo la chispa para empezar un camino que como resultado sea un TCA. Muchas personas en la rapidez de querer en la mayoría de los casos, subir o bajar de peso, tener una alimentación y hábitos sanos, buscan hacerlo de la manera más rapida y eficiente posible, encontrando una avalancha de páginas que les proponen dietas, rutinas, pastillas, cirugias o como cuentan algunas chicas, les sugieren prácticas y conductas que hacen parte de un sintoma de trastorno de la alimentación, creandole a estas personas desesperadas la falsa promesa de lograr lo que quieren, la confianza tal de poder destruir su cuerpo a tal punto de ir apagando poco a poco su vida.
-Presión social o familiar: Muchas veces esta causa hace acto de presencia en reuniones familiares o conversaciones casuales con amigos, que son las tipicas criticas disimuladas, acerca del cuerpo de las demás personas, en expresiones como “¡Que flaca que estas!” “Deberías no comer tanto”. Ahora, no son solo estos casos, sino que a veces personas tan cercanas, como en ocaciones suele alguien de su núcleo familiar, amigos cercanos o la pareja sentimental, quienes muchas veces señalan y comentan de manera en ocasiones sutiles, sobre el cuerpo de la persona que de por sí ya se siente miserable consigo mismos. Y en ocasiones la intención es buena, queriendo ayudar, pero a veces nuestras palabras no demuestran lo mismo. Por otro lado, está el bullying, el acoso, el abuso sexual que es causa directa o indirecta de estos trastornos, por eso debemos abstenernos a hacer juicios generalizados y mas bien servir de compañia y apoyo .
-Vacíos emocionales: Muchas personas debido a la pérdida de un ser querido o un ser demasiado cercano, el rompimiento de una relación sentimental, o el abandono que siente por parte de una persona que consideraba muy importante, hace que esta hambre emocional que puede llegar a sentir, la traslade de sus emociones a la comida, que en cualquier estado de ánimo come, esta feliz come, esta triste come, esta molesta come, generando en ocasiones por el exagerado consumo de comida un sentimiento tan punzante llamado culpa.
-Otros trastornos de salud mental: personas que pueden tener como antecedentes trastornos de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, pueden ser un factor de riesgo para estas afecciones.
-Estrés: Debido a que a veces el empezar algo nuevo, mudarse, conseguir un nuevo trabajo o tener un problema familiar o de relación, estos cambios generan estrés, lo que hace que aumente el riesgo de tener un trastorno de la alimentación.
-Dieta y hambre: Estar a dieta es un factor de riesgo para padecer un trastorno de la alimentación. El hambre influye en el estado de ánimo, la ansiedad, el buen funcionamiento del cerebro y la reducción del apetito. En diversos estudios se ha demostrado que el hambre y el adelgazamiento afecta la manera en la que funciona el cerebro en personas vulnerables, lo cual ayuda a perpetuar las conductas alimentarias restrictivas y haciendo que se le dificulte la implementación de los hábitos alimentarios saludables.
Alejandra Guerrero Vega
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